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Túnez… entre las nuevas tecnologías, el mediterráneo y realidades nada virtuales

Relato de la participación en la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información. Tunez 2005. Publicado en diario Primera Edición de Posadas, Misiones.
Como creadora de la Enciclopedia de Misiones, proyecto ganador del capítulo argentino del Premio de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información en a categoría de e-cultura, Patricia Bertolotti viajó a Tunez y participó de la segunda fase de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información. En esta nota relata algunas de las impresiones de esta experiencia.

Llegar a Tunez en medio de la parafernalia montada para la segunda fase de la Cumbre Mundial de la Sociedad de la Información es toda una experiencia. Sobre todo si una viaja sola y está ávida de encontrarse con pares.

Desde el avión se comienza a sentir la atmósfera especial: funcionarios, periodistas, representantes de ONGs. Todos ansiosos por tener el último dato. Todos con sus laptops, teléfonos celulares y cámaras fotográficas de última generación. Y todos, sin excepción, llenos de curiosidad por este país que rara vez sale en los diarios.

Es que si bien Tunez es un destino clásico del turismo estival europeo, poco nada sabíamos de este paraíso mediterráneo de 9 millones de habitantes que, en muchos sentidos, está más cercano a Europa que al África negra. Estamos a una hora de Roma. Y a hora y media de París.

Ni bien aterrizamos, una nube de asistentes fue “guiándonos” de acuerdo a una ruta preestablecida: la primer parada fue la agencia de cambios: había que comprar dinares, la moneda local (1 dólar = 0,75 dinares). Los dinares no son convertibles en Tunez, de modo que hay que gastarlos o bien guardar el recibo de la compra, sin el cual es imposible volver a cambiarlos a dólares.

El árabe y el francés son los idiomas “oficiales” tunecinos y salvo el ejército de ayudantes contratados para recibirnos, cuesta bastante comunicarse en inglés con el resto de la población local. En español poco y nada y bastante de italiano (Túnez es uno de los centros vacacionales preferidos de la clase media italiana).

Dinero en mano subimos a uno de los 600 colectivos destinados al transporte de los 25.000 participantes de la Cumbre, para dirigirnos al centro de acreditaciones, “Bagding center”, ubicado a unos dos kilómetros del aeropuerto. 

Con nuestra foto y un chip (que al pasarlo sobre un lector digital provee de todos nuestros datos), esa credencial será algo más que nuestra carta de identificación: es una especie de alter ego que nos acompañará durante toda la estadía en Túnez. Poseerla nos convierte en privilegiados, ciudadanos de primera: los tunecinos nos miran con respeto, los guardias nos dejan circular libremente y tenemos ingreso gratis a museos y espectáculos. La colgamos a nuestro cuello con cierta emoción: sabemos lo que nos costó conseguirla. Y comenzamos a palpitar la Cumbre y el calor del suelo africano.

Túnez es el áfrica islámica. Una república desde 1957 y su actual presidente, Zine El ABidine Ben Ali -cuyo retrato está en todas las paredes y pasacalles- ostenta el poder hace 18 años, tras ser reelecto por cuatro períodos. Su predecesor también duró 18 años pero debió dejar el cargo al ser declarado insano por su entonces Primer Ministro… quien era nada menos que … Zine El ABidine Ben Ali!!!.

La primera sensación que tenemos es la de estar en un país militarizado. Flamantes camionetas Toyota 4 x 4 de color negro con personal uniformado hacen guardia a lo largo de todo el trayecto entre el aeropuerto, el centro de acreditación, el Centro Kram (lugar donde se realizan las conferencias) y en todo el camino a Hammamet, la villa turística tunesina (una especie de Cancún africano) ubicada a 85 Km. del centro y donde nos alojamos.

Este operativo de seguridad –plasmado en legiones de hombres de impecables trajes negros, grises y uniformados- está justificado: la revuelta de París sigue siendo noticia en los diarios y la bomba en hoteles de Jordania nos recuerda permanentemente que podemos ser un blanco estratégico en este convulsionado mundo de tercer milenio. Pero intimida y se transforma en el comentario obligado de todos.  Es que Ben Ali no quiere correr ningún riesgo: se jacta de tener controlados a los radicales islámicos y durante más de tres años preparó el escenario que lo legitimara como gobernante occidentalizado, moderno y filo europeo.

Pero suele suceder que los decorados se derrumben. Y detrás ellos emerge, patética, la realidad: siete periodistas tunesinos aprovecharon el contexto e iniciaron una huelga de hambre. Un colega francés les hace una entrevista y es golpeado en la calle por desconocidos. Los diarios franceses titulan “La cumbre mundial de la desinformación”, se cancelan eventos en el Kram en solidaridad con los damnificados. Se organiza una contracumbre. La reprimen. Se organiza una marcha callejera en repudio. Nada de esto sale en ningún diario. 

 Patética paradoja: estamos en una cumbre en la que los ejes del debate giran en torno a la libertad de prensa y el control de internet, y cuyo objetivo es la construcción de una Sociedad de la Información más igualitaria e inclusiva .

Mientras tanto nosotros, en pleno ejercicio de la dimensión humana, nos deslumbramos por el carácter cosmopolita y multicultural de este acontecimiento único, que cierra un período que comenzó en el 2003 (con la primera fase) en el afán de definir quien gobernará internet a partir de septiembre del 2006, cuando venza el contrato que la ICANN (Internet Corporation for Assigned Names and Numbers) tiene con el Departamento de Comercio de EE.UU. desde 1998 -a través del cual ese país maneja en forma dogmática, unilateral, hegemónica y antidiplomática la administración de los nombres de dominio-.

Si bien la pelea tenía un final anunciado (en todas las reuniones Pre Com la delegación  norteamericana dejó en claro que Mr. Bush no estaba dispuesto a ceder el control de la red de redes) la mayoría consideró al resultado como un “empate”. Estados Unidos contra el mundo  sentó un precedente. Y quedaron en evidencia las aristas más débiles y tenebrosas de la Sociedad de la Información.

 De todas maneras es rescatable la firma del Compromiso de Tunez y la conformación de un Foro internacional y multiparticipativo para el Gobierno de Internet. Y aunque el debate continúa se abren nuevas posibilidades para los países de América Latina a partir de la implementación de “Plan de Acción sobre laSociedad de la Información de América Latina y el Caribe” denominado “eLAC 2007”.

 Todo el mundo en un pequeño mundo

 Pero volvamos al Kram Palexpo (centro de convenciones donde se desarrollaron las conferencias), un enorme predio al cual solamente podemos ingresar en los buses y mini buses afectados al evento. Por seguridad, los taxis llegan a no menos de 1 km. del acceso. Los barrios circundantes fueron vallados y sus habitantes enviados de vacaciones.

Hay tres grandes áreas bien definidas: la sala del plenario donde se desarrollan los debates de los representantes oficiales de los 180 países presentes. Tiene 6.000 m2 y 3400 asientos. En el área lindante se montó la exhibición ICT4All que, en un espacio de 8.300 m2, presenta 163 stands de 69 países y 270 empresas líderes en tecnología: Intel, Microsoft, Sun, el MIT (que exhibió la famosa laptop de 100 dólares con la presencia estelar de Nicolás Negroponte).  

Luego están las más de 50 salas de conferencias donde se desarrollan las charlas, debates y presentaciones de libros. Un centro de prensa con capacidad para 2.000 periodistas y una sala con más de 300 computadoras online para uso de los participantes. Pero ni un solo teléfono público. La mayoría de los asistentes se compran un chip GSM con lo cual acceden a un número local que configuran en sus celulares, donde además bajan sus e-mails, para beneficio de la Tunise Telecom que tiene la exclusividad del servicio de comunicaciones.

Ante tanta oferta académica y de eventos es muy difícil no perderse. Hay que tener bien clara la propia agenda pero también dejarse llevar por las invitaciones que surgen de la interacción con los distintos participantes. Es que cada una de las 25.000 personas que circula por los estos pasillos lleva consigo un back ground importante. Todos desarrollan o lideran algún proyecto interesante y todos, sin excepción, están aquí para contactar con pares en busca de nuevas ideas y posibilidades.  Nadie llegó a Túnez en forma improvisada. Y eso le da a la estadía un alto valor agregado.

La delegación argentina, encabezada por el secretario de Ciencia y Técnica, Tulio del Bono, estaba integrada por unas 25 personas entre quienes resaltaban Susana Finkelevich (Fundación Links), Alejandro Piscitelli (Director Ejecutivo del Educ.ar) y Gloria Bonder (FLACSO) que participaron en varias conferencias y mesas redondas. Además de la gente de Competir.com y Chicos Net (ganadores internacionales del Word Summit Award), Marcelo Petrich (representante en Argentina del WSA), Néstor Busso de la Asociación Latinoamericana de Radios Comunitarias y Marcos Cicchirillo periodista de La Capital de Rosario, entre otros.

Con algunos de ellos compartimos las reuniones de la eLAC, las interesantes conferencias organizadas por el GKP/ Cluster Internet Governance, y la entrega de los premios WSA. También las caminatas por el afrancesado centro de Túnez, donde nos internamos en la famosa Medina -declarada patrimonio mundial por la UNESCO- y nos dejamos invadir por el extraño sopor que emana de esas construcciones centenarias, hoy convertidas en un serpenteante mercado en el que el regateo es el deporte favorito… Probamos el famoso café a la turca y el té con pistacho y nos asombramos de los cafés colmados de hombres fumando en nardilles. Disfrutamos de la belleza de los atardeceres de Sidi Bou Said, atravesados por el sonido profundo de las oraciones que emergen de su mezquita…

 Nos deslumbró Negroponte, aplaudimos la exposición de Tulio del Bono, recolectamos libros e informes finales con estadísticas alucinantes y absorbimos como esponjas los debates y contactos con lo mas granado del mundo de las tecnologías. Todos estaban allí.

Demasiada información y demasiadas vivencias para tan poco tiempo. Ahora nos queda por elaborar mucho más que la valija de libros y apuntes con la que regresamos. En definitiva, la Cumbre terminó y es tiempo de acciones.

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